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Matrimonio, conforme a la Iglesia Católica es uno de los Sacramentos establecidos por medio de un acuerdo entre el hombre y la mujer que desean establecerse como una pareja para el resto de sus vidas, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o pobreza, hasta que la muerte los separe.  Los esposos conllevarán la responsabilidad de procrear y educar a sus hijos conforme a los ritos católicos.   
    

Matrimonio

La Sagrada Escritura comienza con la creación del hombre y la mujer en una imagen y similitud con Dios, que concluye con la visión del “cordero en la fiesta de la boda”.  Las Escrituras hacen referencia al misterio del matrimonio, su institución y el significado que Dios le dio, su origen y fin, sus distintas realizaciones desde el principio de la historia de la salvación, las dificultades resultantes del pecado y la renovación “en el Señor” en la Nueva Alianza de Cristo y la Iglesia. 

El Creador ha establecido la comunidad íntima de vida y amor que constituye el estado matrimonial,  fundado por Él y sus propias leyes… Dios es el creador del matrimonio.  La vocación hacia el matrimonio está escrita por la propia naturaleza del hombre y la mujer, pues provienen de la mano del Creador.  El Matrimonio no es puramente institución humana a pesar de las tantas variedades por las cuales ha cambiado durante el paso de los siglos en las distintas culturas, estructura social y actitudes espirituales.  Dichos cambios no deben ser motivo para que nos olvidemos de las características permanentes y comunes.  Aunque la dignidad de esta institución no es transparente en todas partes y con la misma claridad, pero siempre existe algo de grandeza en la unión matrimonial en todas las culturas.  El bienestar de cada persona y de la humanidad al igual que la sociedad cristiana está muy ligada con el estado saludable conyugal y de vida familiar.

La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados para ser uno del otro: No es bueno que el hombre permanezca solo.  La mujer, que es carne de su costado, es igual en casi todo, se entrega a él por medio de Dios para ser la “compañera” y ella representa a Dios de donde proviene nuestra ayuda.  Por lo tanto, el hombre deja a sus padres y se adhiere a su esposa, y juntos se convierten en uno.  Nuestro Señor dice que esto representa una unión que no se puede romper, son dos vidas que siguen el plan del Creador “desde un principio”.  Ya no son dos, sino una sola carne.